La desaparición de la nieve y el hielo en las laderas del Everest, consecuencia del cambio climático, está sacando a la luz los cadáveres de cientos de escaladores que murieron tratando de alcanzar el techo del mundo.
Entre los que este año escalan el pico más alto del Himalaya hay un equipo singular, cuyo objetivo no es alcanzar la cima de 8.849 metros sino bajar restos humanos olvidados.
Muchos cuerpos se encuentran en la llamada «zona de la muerte», donde el bajo nivel de oxígeno aumenta el riesgo para la salud y puede ser fatal si se permanece allí mucho tiempo.